Capítulo 6 de 20

Con un ojo medio abierto ya, oigo como se acerca un perro a usmear. A los escasos segundos le llama el dueño y se van. Y no pasa nada, como siempre.

Recordando los días anteriores pedaleando en calles con coches sin pausa, voy por una de las vías de la red nacional para cicloturistas.

Aunque serpenteo y me meto por caminos un poco incómodos, se agradece el silencio y la tranquilidad de que apenas pasen coches.

Según mis cálculos, debo estar cerca de Londres pero no lo suficiente, hoy va a tocar hacer noche en la zona más cercana posible a la capital.

El día está en claros y nubes, eso me oxigena a ratos aunque no pare de beber agua e impregnarme en crema del sol como si fuera chapapote.

Pedaleo y cruzo varias de las ciudades que colindan con el río Támesis. Cómo curiosidad paso por el Castillo de Rochester, para echarle un ojillo y seguir.

Un día tranquilo que culmina encontrando rapidísimamente una zona para hacer mi casa de hoy.

Amaneciendo

Casas por los caminos de la ruta nacional de cicloturistas

Cualquier techo vale para descansar un ratillo

Oveja blanca y negra

¡Pero sácanos monas eh!

Manzanos

Monumento a los caídos en la guerra, en los pequeños pueblos siempre hay tributos

Finos hasta para los buzones de correos

Delta del Támesis

Rochester

No todo es para siempre… Las vueltas que da la vida

Castillo de Rochester con la guarnición especial de Bridas, no detendrá a nadie pero… ¿Y lo mona que es? ¿Eh?

Cae la noche

No será la cocina más bonita del mundo, pero es la mía